La fila que corría a lo largo del muro no era muy larga, apenas unas cuantas personas esperando . Aquellos que entienden el lenguaje de América latina saben que en la mayoría de ocasiones el tiempo y las horarios no se llevan, ningún evento empieza a la hora que dicen comenzará.
Ingresar por el zaguán blanco del “Centro Cultural Casa Hilvana”, lugar donde se armaría más tarde un pachangón loco, es saturar tu olfato con olores de incienso, subir por escaleras en penumbra, deambular por habitaciones a media luz y pasar junto a personas que solo son siluetas oscuras, y ahí va tras de ti todo el tiempo persiguiéndote ese olor a incienso, recorriendo todo el lugar junto a ti.
Toda la artillería está formada en el escenario, trompetas, saxofón, trombón, timbales, la orquesta en reposo de un escenario en penumbra.
Algunos bailan al son que les pongan y eso siempre es bueno, porque ahora ya bailan. La cumbia se ha comenzado a desmitificar, ya no es aquel ritmo al que todos le hacían el feo. Hace tiempo que los ritmos latinoamericanos se han revalorizado por los propios latinos. Los sonidos de la cumbia y la salsa ahora se escuchan y se escuchan con un chingo de ganas de bailar.
Chico Trujillo, es una banda de cumbia chilena que lleva 10 años tocando en diferentes festivales alrededor del mundo. Su descubrimiento ha sido una joya perdida para mí, la alegría que transmiten, el ritmo del rock, la cumbia y el ska es mucha energía para ser contenida por el cuerpo.
Los integrantes de Chico Trujillo comenzaron a tocar a la media noche, bastaron dos acordes y unos cuantos gritos para poner a los presentes a bailar en medio de una pista, para esa hora ya repleta. Los cuerpos comenzaron a brincar, las manos a sacudirse y a llevar el ritmo con palmadas, siempre en lo alto.La pista se convirtió en un hervidero de gente cantando y bailando. Esa noche los Chilenos y su orquesta convocaron a los espíritus más fiesteros para hacer de su presentación un pinche pachangón. Las penumbras, todas se movieron, todas se agitaron, todos los presentes sudaron, todos dejaron sus voces roncas y sus oídos sordos, todos sudamos al ritmo de cumbia, nos volvimos esos… los cumbieros de los que mucho tiempo renegamos.